En la crónica histórica que supuso la Conquista de Hispania, los guerreros iberos constituyeron una gran parte de su importancia.
Las escrituras grecolatinas los describen como hombres que amaban la guerra y preferían la muerte antes que la rendición. Profesaban una lealtad inigualable a sus señores y usaban sus armas para demostrarlo. Y una que sin duda infundía terror con su portador era su característica espada, la falcata ibera.
Os hablaremos ahora de ellas y cuánta razón hay en estos manifiestos.
¿Cómo eran los guerreros iberos?
Se describe la península Ibérica como una cultura guerrera, donde la guerra tribal estaba presente por la pobreza de las regiones. Ésta impulsaba a la vida mercenaria y a la lucha por la supervivencia.
Animados por estos deseos de libertad e independencia, los pueblos hispanos estuvieron luchando y manteniendo al Imperio Romano durante doscientos años. Dicho en palabras del propio Cicerón, político y filósofo romano: no era una lucha por la conquista, sino por sobrevivir.
Se alababa su lealtad, ya que a través del juramento devotio, ligaban su vida con la de su caudillo de manera que, si éste moría, luchaban hasta morir o cometían suicidios antes que la traición o rendición. Los propios romanos elegían a ciudadanos iberos como guardaespaldas por esta característica.
Por eso sorprendía el ver que los integrantes de estos grandes ejércitos no eran permanentes y no lo componían combatientes profesionales. La principal fuerza de sus milicias la componían simples trabajadores del pueblo, que eran llamados por los nobles locales cuando la situación lo requería.
Su organización militar se componía de:
- Infantería: ligeros de armadura y equipados usualmente de armas arrojadizas como jabalinas y hondas; para favorecer su movimiento y atacar a la carga, retirándose de la misma manera.
- Caballería: tenían un gran renombre ya que sus caballos eran rápidos y resistentes, capaces de escalar terrenos montañosos para perder a sus perseguidores. Además, estaban adiestrados para esperar si su jinete caía en el campo de batalla.
- Mujeres guerreras: estaban presentes tanto como los varones si era necesario. Consiguieron engañar ejércitos llevando armas escondidas para sembrar el caos y crear ocasiones para que el pueblo pudiera huir.
- Mercenarios: trabajaban en pequeñas unidades acaudillados por sus líderes. Eran conocidos como una de las mejores fuerzas militares en el mediterráneo.
Las tácticas que empleaban para abrirse paso en el campo de batalla eran diversas, pero se basaban principalmente en un gran conocimiento del terreno, que los volvía una fuerza militar intangible. Lo utilizaban a su favor para provocar al enemigo con ataques falsos hasta que rompieran filas, o para utilizar cargas dispersas a distancia y retirándose para dividir y controlar por completo los movimientos del ejército enemigo.
Hay muchas cosas que no sabemos acerca de estos iberos guerreros, pero algo que la historia ha dejado marcado acerca de ellos y que podemos asegurar con certeza: su entrada en combate profiriendo grandes griteríos y cánticos guerreros atemorizaban a todo enemigo que se encontraba a su paso.
La espada Falcata: un símbolo de cultura ibérica
Ahora que ya conocemos un poco a los grandes guerreros que la empuñaban, os vamos a hablar de esta arma que ha pasado a la historia como un icono de la guerra ibérica.
Veremos ahora sus principales propiedades y qué la hacen tan característica y única con respecto a otras espadas.
Nombre
Aunque se le conoce así, no sabemos cómo la denominaban los antiguos guerreros. Fue un término inventado por Fernando Fulgosio en el siglo XIX en referencia a la forma de su hoja.
El término viene de falcatus, voz latina de falconada, que significaba en forma de halcón o provisto de una hoz.
Forma y características
Posee una hoja curva y asimétrica con un solo filo. Su contorno gira de forma cóncava antes de retroceder de nuevo al eje de simetría de la punta. Esto hace que el punto de gravedad de la espada esté situado en la mitad de la hoja, lo que le da fuerza a cada tajo sin llegar a perder el equilibrio.
La empuñadura, pequeña y de una sola mano, está desplazada normalmente hacia un lado con respecto al eje de la espada. Esto permite sostenerla como si fuera un gancho.
Estaban fabricadas con un mineral de hierro de altísima pureza. Su flexibilidad era tan buena que los armeros comprobaban su calidad colocándola sobre sus cabezas y doblándolas hasta que la punta y la empuñadora tocaban respectivos hombros. Si al soltarla volvía a su forma original, era una espada perfecta.
Su forma, disposición y material la volvían una gran arma cortante. En algunas podías encontrar incluso la presencia de contrafilo, lo que apunta a que también se utilizaba ocasionalmente como arma de estocada.
Armadura y equipamiento adicional
Viendo las características de la falcata ibera, podemos entender que la armadura idónea para empuñarla fuera una que le permitiera ser ágil y le otorgara una gran libertad de movimiento.
Por ello, estos guerreros solían llevar poco o ninguna armadura. Se basaba en túnicas cortas, capas y perneras de lana o lino, grebas y brazales de cuero o bronce. Dependiendo de la posición económica, algunos llevaban corazas y cascos de cuero, tejido endurecido o metálicos.
Algo destacable eran sus escudos. El juego que hacían con ellos y sus armas recaía el punto fuerte de su defensa. Utilizaban dos tipos: el redondo (caetra) o el oblongo (scutum).
Curiosidades
¿Qué importancia e historia encierra esta arma tan peculiar y única? Os comentamos algunas de sus curiosidades.
Algo característico de su diseño es que el pomo en sus empuñaduras solía tener forma de cabeza de caballo o grifo.
Las falcatas ibéricas eran unas armas tan personales y con tal vínculo entre el guerrero y ellas, que en sus tumbas se encuentran cuidadosamente dobladas e inutilizadas. Esto nos recalca el hecho de que preferían morir antes que rendirse y entregar sus armas.
Y como último apunte, el ejemplar mejor conservado de esta bella espada fue hallado en Almedinilla (Córdoba) y podemos verlo en el Museo Arqueológico Nacional de España (Madrid).
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